Beltza fue nuestro perro. Aunque brevemente. Cuando lo adoptamos, nos dijeron que había sido abandonado, y era ideal para un entorno familiar con niños.
Mentira.
Realmente era cariñoso, aunque tremendamente caótico. Pero nos gruñía y mostraba dentadura. A mí me llegó a morder una vez, y lanzar algún otro bocado.
Mas lo peor fue cuando la emprendió con Alicia. No sólo se ponía tenso en su presencia. Se lanzaba por ella. En una ocasión le acertó con un bocado que, al girarse la niña, le alcanzó el hombro, pero podría haber acabado en la cara. Tuvo años esa marca. No nos atrevímos a dejarle solo con ella nunca más.
En una visita rutinaria al veterinario, éste se espantó, pues le conocían de anteriores dueños, y sabían de su agresividad y peligrosidad. Volvimos a la protectora y, entre lágrimas, tuvimos que devolverle. Era Alicia o Beltza.
Luego supimos que había sido devuelto más veces. No abandonado. Y cuál era el destino que le esperaba. Nos dolió en el alma.
Pero el dolor pudiera haber sido mayor si se hubiera quedado.
En este breve sueño, le acompañan Bilbo, el perro con el que crecí, y Ferrary y Toy, con los que creció Vadim. Y muchos hámsters...
"No-mes Setenta y Tres tras el Evento Catastrófico: el sueño de Beltza
Enroscado. Relajado, confiado.
"Por las arenas de Bahía Mascota, un perro negro, ni muy grande ni muy pequeño, olfatea el viento con los ojos entrecerrados y la lengua medio fuera"
Gruñe mientras duerme.
"Desde los árboles cercanos sale otro can casi igual, pero más gordo, acompañado de dos diminutos y ruidosos compañeros. Entre las sombras, varios hámsters observan el encuentro con curiosidad"
Sus patas se agitan.
"Todos juntos corren allá y acá, sobre el romper de las olas, mordiendo la brisa y la espuma"
Sus orejas parecen buscar sonidos en el silencio.
"Una niña sin rostro, que es parte de la vegetación, que es parte de la arena, que es una misma con el paisaje, parece llamarles... Bilbo... Ferrary... Toy... Todos van hacia ella. En la orilla solo queda el recién llegado, que se yergue sobre sus cuartos traseros, hace una reverencia, y se presenta. Soy Beltza, y me gustaría jugar contigo"
Otro mudo ladrido hincha sus carrillos. Casi parece resoplar.
"No -responde la niña-. Aún no"
El perro despierta. Parece triste. ¿Tendrá más sueño?"
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