18 de Junio de 2013
Ese día Alicia, mientras meditaba sobre que escribir a su hermana, me dio una flor. Y encima de la mesa estaba "El Principito", que me estaba leyendo por enésima vez. Todo lo que tenía pensado desarrollar se fue dirigiendo, transformando en la rosa del libro.
El resto, como suele decirse, es historia.
"No-mes Veintisiete tras el Evento Catastrófico:
La Flor de Exupéry
Cuentan los libros no-escritos del Pais de Aitana que hace mucho tiempo (quizás ayer mismo), un aviador paró en la isla a reparar el motor de su avioneta.
Y se encontró con las flores de Exupéry, frágiles, variables, tenues...Breves. Como los recuerdos. Y en algún lugar, dejo escrito:
"...Como el recuerdo se dormía, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino. Me sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada más frágil había sobre la Tierra. Miraba a la luz de la luna aquella frente pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellos agitados por el viento y me decía: "lo que veo es sólo la corteza; lo más importante es invisible... "
Como sus labios entreabiertos esbozaron una sonrisa, me dije: "Lo que más me emociona de este recuerdo dormido es su fidelidad a un sueño, es la imagen de la estrella que resplandece en él como la llama de una lámpara, incluso cuando duerme... " Y lo sentí más frágil aún.
Pensaba que a las lámparas hay que protegerlas: una racha de viento puede apagarlas..."
Quizás alguien más haya leído ya sus palabras.
O quizás sean solo un recuerdo..."
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